Tercer asalto de este magnífico OUTONO CODAX FESTIVAL 2018 que nos esta dejando el paladar con un sabor a soul, funk, R&R , como se ha urdido en las siete ediciones anteriores. Además este año la gente que se ocupa de montar todo este artificio, A RAIÑA PRODUCTIONS, nos aportan un estilo con pocos  precedentes por nuestras latitudes. El SWING, con mayúsculas, tomó forma y se pudieron revivir épocas pasadas en la SALA CAPITOL de Santiago de Compostela. Esto es lo que aconteció.

El primero en pisar tablas fue J.P. Bimeni & The Black Belts. Natural de Burundi y afincado en Reino Unido es un ejemplo de que la música, en este caso el soul, no entiende de barreras, muros ni fronteras. Su esbelta y seductora estampa así como su soul enraizado y su manera de moverse en el escenario nos recuerda al gran Otis Redding, figura clave para entender este aristocrático estilo que se retro alimenta de gospel, doo-wop, funk y R&B.

J.P. Bimeni es un profesional en toda regla, su voz nos cautiva desde el primer instante. Su envase exterior nos presenta a un hombre elegante, en su vestimenta, que acompaña de bailes acordes con la música. Pero es el interior del recipiente lo que verdaderamente llama la atención. Su voz extra afinada,  siempre se mantiene en el tono adecuado y guía a la banda entre los múltiples acordes que esta va soltando a golpe de un batería que causa impresión. Bimeni se apoya en una “big band” típica de soul: dos metales omnipresentes formados por trompeta y saxo, bajo, teclados, una guitarra "afunkcada”, y un destacable baterista que fusilaba la caja y el charles a base de fusas y semifusas cuando los demás instrumentos iban a medio tiempo. Con esa marca en escena y la carismática, afable y deliciosa voz de Bimeni el público se fue volcando con la banda para finalmente caer rendidos ante el talento de este emblemático y hechicero front-man del soul.  

Avalado por diferentes proyectos con otras formaciones, a Compostela llego presentando su primer trabajo con la banda The Black Belts titulado “Free Me”. Todo un alarde de soul, de alto octanaje, el cual fue diluyendo tema por tema en nuestros sentidos sin poder dejar de sacarle el ojo de encima en la hora y veinte minutos que duró su show. Un verdadero placer poder disfrutar de un “dandy” con la clase, el carisma y la seductora voz de J.P. Bimeni.


La entrada a esta tercera etapa del Outono Codax Festival traía implícito un viaje con destino a los años 30 y 40 con un pase directo al “Cotton Club” de New York. Desde Reino Unido Natty Congeroo & The Flames of Rhythm pusieron, con su SWING, la nota exótica y diferencial a un festival que se  reinventa y crece haciéndose más y más diverso. Con un carácter continuo del ritmo Natty Congeroo & The Flames of Rhythm evocan al Music Hall de mitad del siglo XX con un “look” elegante y burgués de la época  y con sus carismáticos bailes que son uno de los santo y seña del estilo.

Fertilizado por el jazz, el swing  añade elementos de big bang, tornándose más orquestal, siendo los metales los protagonistas, además de liberar al batería de ciertas restricciones para convertirse este en el motor de la banda. Así The Flames of Rhythm se componen de trompeta, saxo, contrabajo, batería y guitarra aunque es sin duda, en el caso que nos ocupa, el solista Natty Congeroo el fuste que otorga la energía a la banda mudando sus directos en una explosión de sonoridades y de actitudes. Su dinamismo en el escenario con sus carismáticos bailes de claqué y a la vez su voz, que rompe por momentos para hacer rugir la sala, lo convierten en un front-man a la antigua usanza y de primera división encuadrado en el estilo.  


Su “set list” esta basado esencialmente en versiones de los grandes del swing de todos los tiempos, aunque nos deja canciones propias de su último trabajo “Get on Board”  que siguen la estela, gusto y  personalidad que el swing ha tributado al mundo de la música.

A medida que avanza el concierto la sala entra en ebullición y todos a una entramos, sin saberlo de la mano de Natty, al “Hot Club” de París donde el gran Django Reinhardt daba sus memorables conciertos acompañados de su banda y convirtiéndose en la bandera por excelencia del swing europeo a pesar de darle una vuelta de tuerca al estilo convirtiéndolo en lo que hoy entendemos como Gypsy. Grande Django.

Todo un privilegio poder asistir a esta apuesta tan inusual por estas tierras donde  el compromiso de la banda es total y el talento del solista es natural pero sobresaliente y que todo unido consigue acercarnos a otras épocas que resurgen, como ave fénix, de sus cenizas para recordarnos que nuestra música bebe de otras fuentes pretéritas y que debemos mirar al pasado con humildad y respeto ya que su legado sigue vigente y nos alimenta de matices que amplia esta lengua universal llamada música. Gracias por todo OUTONO.

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