Jesper Lindell encandila al público compostelano en una tercera jornada de Outono Códax Festival en la que reinaron el Soul, el R&B, los medios tiempos y el Country Rock.

3 días y 3 conciertos tienen en común dos cosas: llenar el Riquela Club y no ser ni la mitad de lo que nos queda por sentir y disfrutar en este Outono Códax Festival. Este viernes y sábado sumaremos más conciertos y mucha más dinamita al ya agitado candelero de un ciclo que vive tanto como el mes de noviembre le permite.

Miércoles 16 de noviembre, por tercer miércoles consecutivo del mes tenemos música en directo de nivel internacional: decir esto ya es un auténtico lujo. Supongo que no soy el único que lo siente así ya que de nuevo los artistas sintieron todo el calor de un público que llenó la Riquela una vez más.

Jesper Lindell iba para promesa del fútbol sueco pero “tuvo la suerte” de que una lesión, y la inestimable intervención de su hermano Anton, lo llevasen por los derroteros de las seis cuerdas. De esa lesión se recuperó, tenía voz y tenía ganas así que entendió que lo suyo no era dar patadas a un balón y, aunque alguno sienta que se perdió un deportista, la cultura ganó un embajador.

Y así arrancó en el mundo de lo musical, sumergido entre influencias de Thin Lizzy o Grand Funk Railroad aprendiendo en grupos donde el blues y el rock se tomaban unas pintas cada noche. Y, desde esa, pues como muchos otros artistas y muchas otras personas tuvo una historia complicada, en la que las dificultades parecen tener ventaja siempre, y en la que cuesta abrirse paso con la ilusión y, a veces, toca esperar a que la suerte se siente a comer a tu lado.

Lo primero que me llamó la atención al entrar en la sala fue ver el enorme despliegue de medios que había sobre el escenario: 3 teclados, 4 guitarras, un bajo, un violín, un acordeón y una batería me hicieron pensar en si se había llenado la sala o si lo que de verdad estaba lleno era el escenario, “cumpridiño” que decía la organización en redes.

Leave a light on, tercer corte del recientemente publicado Twilights, fue el tema elegido para iniciar el concierto y, a las primeras de cambio, uno ya se da cuenta de que Jesper Lindell es mucho más que un hombre, es una banda.

Analicemos un poco la estructura de esta formación sueca que pudimos observar de cerca en la Riquela: en la batería tenemos a Simon “Kosmos” Wilhelmsson, un músico que gusta de pegar fuerte para marcar la cadencia del compás, de jugar con el contraste de lo potente y de lo delicado, y que gasta una batería Gretsch de sonido precioso; su función es aportar al conjunto un engranaje de corte funkero sobre el que es imposible evitar entrar en el groove.

El siguiente elemento sobre el que crece el sonido son dos teclistas: Rasmus Fors y Carl Michael Junior Lindvall. Por un lado, tenemos a Carl quien, además de tocar el teclado, añade una voz con tintes de soul y de reagge y se encarga de pequeños arreglos sutiles de percusión. Rasmus es de los de “a mí me daban 2” por eso tiene dos teclados a su disposición, por eso y porque sus dedos no pueden estar quietos; tan activo es este joven que también se lanza al acordeón para imprimir ese aire de country sureño al grupo.

 

La pieza que une batería y teclados es el bajo, en esta ocasión no estaba el hermano de Jesper, detalle que él mismo se encargó de señalar contándonos que su sustituto sólo llevaba dos días con ellos y era toda una proeza su actuación. El caso es que descargó ese sonido grueso que sirve de enlace y completa esta base sólida de la banda. Aprovecho para destacar, nuevamente, el buen trabajo a nivel de sonido desde la mesa.

Y, si tienes esto, el grupo ya sólo puede ir a mejor. En primera línea de escenario encontramos al multinstrumentista que todo artista desearía tener a su lado: Jimmy Reimers; este tío puede con todo, tan pronto lo ves tocando la guitarra como sacando de la manga una trompeta, un violín o haciendo voces que van del falsete más puro al “ladys & gentlemans” más profundo y elegante que hollywood podría necesitar. El señor Reimers es el pintor de la corte, el que coge las canciones y las rellena con colores que sólo algunos son capaces de conjugar.

Y todo este arsenal musical está al servicio del líder de la banda, Jesper Lindell, un “chico” tímido que estando delante de todos se esconde del foco, cuya mirada no siente curiosidad por quién está al otro lado porque lo único que quiere Jesper es hacer sentir con su voz mientras marca el ritmo alternando entre guitarras acústicas y eléctricas por el camino.

Ya está, con esto ya podemos hablar de The Band pero no para hacer una comparación odiosa en la que ya sabemos quién saldría perdiendo sino para reivindicar esta maquinaria que funciona a la perfección gracias al trabajo de todas y cada una de las piezas que la forman. Lógicamente la referencia The Band está muy presente ya desde el momento en que el tema que da nombre al nuevo disco que venían presentando, Twilights, es una canción del álbum Islands de esta banda. Por no decir que la propia hija de Levon Helm, Amy Helm, participó en la grabación del disco.

A nivel de repertorio, podríamos entrar en detalle en la secuencia de temas del concierto, ya que es un grupo relativamente joven, con 3 álbumes publicados por lo que, básicamente, el listado fue un ir y venir entre disco y disco. Sin embargo, lo realmente interesante, es hablar de lo que transmite esta discografía y eso, al menos para mí, sólo se comprende en el directo.

Jesper Lindell Band es un producto redondo en el que se dan cita lo mejor del soul, del rythm & blues y del country rock; el resultado son canciones que te enganchan, temas que, aunque resultan predecibles, e incluso muy peliculeros, no cansan y no sientes esa necesidad de que terminen. Suenan bien, están sincronizados y saben lo que cada tema necesita. A veces la semana pesa y sólo necesitas eso, un piloto automático que te lleve en volandas hacia el fin de semana. La clave para que todo esto funcione está en que tanto Jesper como el resto del grupo lo vive, sienten cada nota en la que vibran y cada nota que apagan con mimo.

Y es que, al menos esta música, bien hecha, no deja lugar al reproche.

Por cierto, lógicamente hubo bis, un bis que se pidió a ritmo de olé, olé mientras la camiseta de Jesper lloraba sudor a cataratas clamando por un merecido descanso y que obligó a la banda a posponer el tercer tiempo y retomar los instrumentos: la versión del clásico Long Black Veil y el apaciguante Moving Slow del primer disco de esta formación pusieron el fuerte aplauso final en el cielo del Riquela.

La fiesta continúa este sábado con nada más y nada menos que 4 bandas, 1 en sesión vermú y 3 nocturnas, así que no faltéis a la cita con la música en directo.

 

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