Miércoles 30 de noviembre, Sala Capitol. Para colgar el broche de oro del OUTONO CÓDAX FESTIVAL, como la circunstancia merece, RAIÑA PRODUCTIONS nos propone a dos bandas con estilos muy dispares. La primera es MOURA, nuestros paisanos, en concreto de A Coruña, nos sugieren y sorprenden con un menú que se aleja de la línea musical a la que nos tiene acostumbrados el festival. Así mismo nos dan la extremaunción con el plato fuerte de la jornada, los londinenses MFC CHICKEN. Con esta crónica ponemos el punto y final a esta espléndida edición.

A pesar de estar contentos por tener el privilegio de asistir en nuestra ciudad, Santiago de Compostela, a un festival que ya se sitúa, sin ningún género de dudas, como un referente nacional de la música negra, a la vez nos invade un vacío que, durante el mes de noviembre, llenó esta epopeya que fue el OUTONO CÓDAX FESTIVAL. Iniciamos pues la última narración de la temporada.

Moura es una banda que se mueve entre la neo-psychedelia y el rock progresivo, todo ello surtido del folk que caracteriza a la música tradicional gallega. Una apuesta valiente que aporta a nuestra región otra forma de entender la música, tirando del hilo de nuestras tradiciones, en un proceso convulso de creación que nos recuerda a bandas internacionales del rock progresivo como son Hawkwind, Caravan o Soft Machine, entre otros. Sus temas se caracterizan por crear un ambiente anestésico y de catarsis que purga nuestros sentidos, cautivándonos y haciéndonos viajar al corazón de Galicia.

Dos son sus discos editados hasta el momento. Su primer trabajo, homónimo, se caracteriza por contener unicamente cuatro temas pero todos ellos de larga duración. Su segundo álbum titulado “Axesixan, espreitan” que traducido al castellano significa algo así como “Vigilan, observan”, es el que presentan en esta noche de autos y cuya reseña esta disponible en nuestra WebZine.

La banda está conformada por Hugo Santeiro (guitarras y voces), Fernando Vilaboy (hammond, mellotron y teclados), Luís Casanova (batería), Pedro Alberte (bajo), Belém Tajes (voces y percusión) siendo Diego Veiga (voz, guitarra y letrista) la piedra angular de este proyecto empleando la lengua gallega como forma de comunicación. Todos ellos son músicos conocidos de la escena musical underground gallega, militando en bandas como Holywater, Disappointment, Ictus, Guerrrera, Fogbound, Elefant Band o Steelwood.

Toman posesión del cargo y suena, como no, la “Muñeira de Maruxiana” que nos sitúa en contexto, donde la guitarra de Hugo hace las veces de una gaita gallega llegando a distorsionarla con sierra en mano. Continúan con “Eira”, de su primer trabajo, que comienza con una sección coral, seguida de un bucle instrumental para que Diego pueda dar rienda suelta a la lírica de “cantigas galaicoportuguesas”, para posteriormente, golpearnos con una sección pesada en la onda “Black Sabbath”, rematando la faena con una algarabía de sonidos que señala el final del camino que vuelve a resucitar para llevarnos finalmente a una muerte súbita.

Retornan a la raíz del folk galaico con “Romance de Andrés d’Orois” donde Diego luce su agónica voz que se funde con los coros de Belém que acompaña con pandereta y rosarios, a modo de percusión, destacando el trabajo de Fernando, blindado por tres teclados, de los que destacan sonidos de violín y clarinete que manan de su mellotron. Siguen con “Cantar de Liño”, un medio tiempo que calma los ánimos y nos traslada al medievo creando en el oyente una sensación de letargo para continuar en la misma línea con “Encontro cunha moura fiadeira en Dormeá” siendo Dorméa de San Cristovo el lugar de nacimiento de la madre de Diego, lugar que inspiró al artista para componer la letra de este hipnótico tema.

Volvemos a subir decibelios con la poderosa “Da Interzona A Annexia” donde la sección rítmica creada, de forma admirable, por Pedro y Luís nos aplasta siendo cómplices de todo ello las guitarras de Diego y Hugo teniendo como telón de fondo un muro de sonido Hammond, creado por Fernando, que nos vuela la cabeza. En la misma línea se consuma “El baile do Dentón” un tema con ambiente monacal con cánticos de Diego, que se asemejan a los gregorianos, y que acompañan los vientos alisios que surcan las teclas del dinámico Fernando. Magnifico tema. Como colofón nos convidan a tomar la píldora “Ronda das Mafarricas”, curándonos de todo mal y ahuyentando “todos os nosos demos”.

Después de asistir a esta purga emocional estamos en condiciones de afirmar que nos encontramos ante un grupo con una mirada prismática que contempla diferentes vértices cuya apuesta es valiente y honesta. Sus procesos de investigación de la cultura gallega, para crear letra y música, fusionándolos con sonidos retro modernistas ponen el orgullo gallego encima de la mesa y dan fe de su gran capacidad musical. Moura es una vitrina con diferentes estantes, donde el viento es la quintaesencia de la formación, te pueden estrujar con riffs “Black Sabberos” embalados con ciclones sacados de la matriz de “Hawkwind” para culminar el viaje en los más recónditos rincones de nuestra tierra. Galicia está de enhorabuena.

Cambiamos de tercio y pisan las tablas, de la caldeada sala Capitol, los aclamados y esperados MFC CHICKEN, uno de los conciertos más comentados por la parroquia desde que se anunció su presencia en el festival. Porque MFC se prodigan en lo que mejor saben hacer: música en vivo y en directo, de alto octanaje, especializándose en reventar los cilindros y pistones de nuestros cerebros.

Su Rock n‘Roll del Pacífico nos rememora a films y telefilms, mayoritariamente de factura americana que, como telón de fondo, tenían la segunda guerra mundial que se libraba, por aquel entonces, casi en las antípodas de nuestro país, y cuya música animaba a las tropas. Además, nos fusilan con temas en la línea de garage-punk, R&B etc., todo ello acicalado con una actitud granuja, canalla y estimulante.

Su fecunda carrera ha sido meteórica y desde 2014 han publicado cinco trabajos “Solid Gravy!”, “Music from Chicken”, “Goin’ Chicken Crazy”, “Its...MFC Chicken Time!” y “Fast Food & Broken Hearts” siendo el común denominador en todos ellos un R&R con alto contenido en vitaminas, que se torna optimista y vital.

Salen a escena y, desde el primer tema, percibimos que la banda no se muestra como un tributo remojado y desteñido de los clásicos básicos del estilo. Trajeados para la ocasión, con lazo negro en el cuello de sus camisas, emulando a una estética de los años cincuenta, empiezan a desplegar su artillería sin dar concesión al sopor. La sala Capitol se transforma en un guateque siendo las sonrisas y el baile el acicate de todos los parroquianos. La voz nasal de Spencer Evoy, marca de la casa, es una impronta que los hace reconocibles al instante, además de mostrarnos a un personaje carismático en todo el sentido del término. Su teatralidad forma parte del show y desencajado se permite salirse del guion, en una parodia, haciendo ruidos con sus labios (burrrburrrrburrrr...), en alguno de los temas, arrancando una sonrisa a todo bicho viviente.

La formación la componen Spencer Evoy (saxofón, voz principal), Alberto Zioli (guitarra, voz), Ravi (batería) y Zig (bajo). Ésta ha ido cambiado a lo largo de los años siendo el baterista y el saxo, que a su vez hace las labores de voz principal, los que se mantienen desde sus inicios. Es este último, el canadiense Spencer Evoy, el “alma mater” de la formación que se multiplica y colabora con otras bandas como son los barceloneses Los Torontos.

Y como en esto de la música se hace patente el dicho “No somos más que enanos en hombros de gigantes”, al escuchar a MFC, es obvio viajar a los mundos creados por los genuinos Little Richard, Chuck Berry o el recién fallecido Jerry Lee Lewis, entre otros, lo que se asocia, sin ningún género de dudas, al recreo y la algazara. Para terminar, dejan sus aposentos y se suben a la barra de la sala Capitol agitando, más si cabe, el frasco de las esencias y dejar a los feligreses en un estado de excitación que agita el corazón en unas constantes y elevadas revoluciones por minuto.

Y sin más, ni menos, se puso el punto y final a esta soberbia edición del OUTONO CÓDAX FESTIVAL 2022. Han sido muchas las sensaciones, risas y reencuentros que es imposible descifrar con palabras, que siempre se quedarán cortas. Si quieres comprobarlo de “motu propio” no dejes de acudir a la siguiente edición donde, más allá de lo permitido, al final del camino de azulejos amarillos el blues, funk, soul, R&B y un largo etc., se dan la mano. Animar a RAIÑA PRODUCTIONS para que sigan remando con fuerza para mantener este barco a flote y dar las gracias por el exquisito trato recibido. Esperamos con ansia la XIII edición en la que CANEDOROCK mantendrá vivo este privilegioso vínculo, ya inquebrantable, con el festival. ¡Deica logo!.

 

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