Veinticinco añitos cumplía el Festival Internacional de Blues de Béjar; una cita que, como amantes de los sonidos deltosos, no podíamos abandonar a su suerte así que, en plenas vacaciones, a pesar de la variopinta agenda y otros menesteres que se tercian... tres peregrinos reporteros del CanedoRock nos aventuramos a cubrir esta fiesta de cumpleaños. Pero, seamos sinceros, este certamen ya nos había conquistado anteriormente; es uno de esos ciclos que te atrapan: por el lugar, por el ambiente y por la música.
Esta edición ya os adelantamos que fue de un gran nivel, intentaremos hacer justicia al cartel, a los acontecimientos y a la organización y esperamos, por lo menos, despertar, en quien no lo conozca, un puñado de ganas para acudir a la próxima edición. Arrancamos: Tito Fernández y Zóscar en las fotos e Inthenight en las letras (con aportes de todos, incluso de la cerveza).
Viernes 12 de Julio
ROBBIN KAPSALIS
La plaza de toros de Béjar abrió sus puertas para obsequiarnos, en su primera jornada, con los cuatro primeros “Miuras” del cartel, y conmemorar así el 25 aniversario del festival.
Para abrir boca y situarnos en materia, la estadounidense ROBBIN KAPSALIS fue la encargada de dar el pistoletazo de salida a lo que fue, a posteriori, una edición espléndida y memorable.
Con una personalidad digna de una dama del blues, Robbin, se mostró arrolladora en su forma de entender el estilo. Nacida en la cuna del blues, Chicago, nos deleitó con todo un arsenal de buenas composiciones típicas del blues y soul de raíz.
Robbin esta blindada por una banda de electric/blues, que aporta fuerza y fogosidad a la mezcla. Esta se compone de guitarra, batería y bajo destacando el armonicista, que resopla como si no hubiese un mañana, y aporta todos los sonidos oriundos de la ciudad del blues.
Pudimos gozarlos de nuevo, justo al día siguiente, en el barrio de la Alquitara, un espacio que la organización tiene reservado para la sesión vermut y donde los asistentes pueden disfrutar, gratuitamente, de más bandas de blues/rock.
Un escenario más informal donde estuvieron mas convincentes y liberados, brillando las improvisaciones en los solos de guitarra, armónica y donde Robbin se mostró como una “frontwoman” en todo su esplendor. (inthenigth)
BAND OF FRIENDS
Cuando la palabra “tributo” se difumina y se transforma en un “homenaje” a una de las figuras que ha escrito una página en el voluminoso libro de la historia del rock, el grupo rebasa la línea de meta para alzarse en el primer puesto del podium como una banda por derecho propio.
El bajista Gerry McAvoy ha montado BAND OF FRIENDS para mantener vivo el legado del que fue su compañero y amigo, durante 20 años, Rory Gallagher. Una banda humilde y sin complejos que mantiene el listón a la altura que merece uno de los músicos más discretos y minusvalorado del obituario del rock.
Cuando esta decisión cobra forma, encima de un escenario, te das cuenta que el cariño y la amistad son el santo y seña para seguir difundiendo esta forma tan personal de entender el R&R. Band of Friends derrochó energía, calidad y aptitud rockeril, un triángulo indispensable para homenajear al bueno de Gallagher.
Gracias a Gerry y a los fantásticos músicos que lo acompañan, los fans de Rory Gallagher pudimos acariciar el sentimiento y la figura de este gran músico en la plaza de toros de Béjar. Brendan O’Neil tocó la batería en la última etapa de la banda, Paul Rose fue elegido por el propio Rory como mejor guitarrista en un concurso organizado por Fender y Jim Kirkpatrick creció con la música del irlandés a todo trapo y trasladó todo su arte en las seis cuerdas a la vez que balancea las labores vocales con Gerry.
Mi más sincero agradecimiento por mantener tan honestamente esta herencia y seguir con la fórmula del irlandés: “El sentimiento, siempre, en primer plano”. Ajenos a todo lo que rodea al negocio del R&R, Band of Friends solo hablan encima de un escenario otorgando al público que pagó la entrada toda su fuerza y energía rockeril que desprenden a chorros por sus poros, no podía ser de otra forma. Rory, allá donde estés, estate tranquilo. (inthenigth)
CEDRIC BURNSIDE
Cedric es un blues que pernocta en lo tribal, en lo lento, en lo agónico; un lugar donde los legatos se vuelven rocosos como una subida al Castañar (andando); Burnside está repleto de raíces de ese pasado en el que se forjó la esencia, un barco de blues cuyo nombre podría haber sido África pero que, estamos seguros, atracó en el Mississippi.
Difícil de escuchar para el profano y complejo de digerir para quien devoró Band Of Friends con soltura, minutos antes. Sinceramente, prefiero su época tocando la batería donde la voz y las palabras acaparaban todo el protagonismo y sólo necesitaba una percusión para tomar forma su música. Para más INRI, cuando escucho su voz retumbar en las piedras de esta plaza de toros, echo de menos volver a ver a Mr. Shipp, eso sí es un escollo difícil de sortear para cualquiera.
Pero es un festival de blues y debe haber representación de todas sus vertientes y, éstas, no tienen por qué gustar a todo el mundo: simplemente es interesante conocerlas. Aunque también es posible que no fuese el mejor momento de la noche: las leyes del orden de grupos son un tema complejo de valorar y nunca llueve a gusto de todos.
Así que, en definitiva, un concierto que nos sirvió para catar la grada de piedra, soñar en el hombro de al lado y sentirnos un poco castrexos, en la lejanía, cogiendo impulso para saltar de nuevo al ruedo, en un festival que todavía no había llegado ni a la mitad de lo que tenía por regalarnos. (Zoscar)
DEVON ALLMAN PROJECT
Último trago de la noche. Devon Allman llegó con un aire latino, bajo el brazo pero no uno cualquiera: uno de esos que te despierta las ganas de desempolvar un discazo como el Abraxas.
Y es que la formación de este nuevo proyecto es de quitarse el sombrero: son muchos y lo hacen genial todos. David Gomez, Un percusionista a la altura del reto que, además, toca el saxo como los grandes; un maldito lujo en cualquier banda.
John Lum, un batería con residencia habitual en la casa del funky cumpliendo a raja tabla lo que el guion demanda. En el bajo, Justin Corgan, una mente que no se conforma con hacer lo básico: aporta líneas que viajan a través del ritmo, meteóricamente, para crear un groove sobre el que levantar todo el repertorio.
Hay más, porque el teclista, al encender el hammond, "envía" a Leslie para que nos reclute de nuevo en la lista del festival: menuda forma de llenar los espacios, esos que descubres con sorpresa, de las buenas, por suerte.
Y así nos fuimos metiendo, sin demasiado esfuerzo, en un blues que coquetea con el soul pero que, con mucha clase, se regocija en un rock que grita "los setenta" y que, con esa SG, Devon pone en el cielo con cada solo de guitarra.
Hablando de guitarras, me he saltado a un componente, Johnny Stachela, y es que aunque esté con Devon, esa telecaster no es sombra de nadie: se desmarca con creces para aportar personalidad a un grupo que ruge como lo que debería ser una orquesta de blues rock de élite.
Gran fin de fiesta, para una grata primera jornada de Blues Béjar, con una onda que cobró vida en el blues para festejar el rock, donde los medios tiempos pusieron en marcha la circulación de unas piernas que todavía tenían que apretar en el descenso hacia el hotel... Mañana más, y vermú. (Zoscar)
Sábado 13 de Julio
IZO FITZROY
De abrir la jornada del sábado en "La Ancianita" (la plaza de toros más vieja del país) se encargó la "primera dama" del panorama gospel/blues/funk británico actual. la londinense Izo Fitzroy.
Para la ocasión se subía al escenario arropada por un excepcional dúo de voces femeninas, sus habituales Mathew Waer (bajo) y Kar Penney (batería) y la guitarra de Joe Wilkins. Ella de riguroso negro, sentada frente a un piano Roland, dispuesta como acostumbra a desnudar su alma en público con sus hermosas composiciones de temática personal e íntima.
No resulta sencillo romper el hielo en horario vespertino, a plena luz del día, con la gente aún acomodándose en el recinto. Izo con su cautivadora y armoniosa mezcla de sonidos de allende los mares, fue poco a poco elevando la temperatura del bolo consiguiendo meter al respetable en el mismo a través del lucimiento propio, el de los músicos y las voces que le acompañaban.
La elegancia, el carisma, la crudeza y la honestidad en la interpretación empodera a la artista elevandola hasta el cenit y convirtiendose en el centro de atención de todo lo que ocurre sobre las tablas.
Hacia el final abandona el piano, micrófono en mano se empeña en hacer participar al publico con juegos vocales y bailes que acercan a la diva a lo terrenal a lo mundano. Espectáculo de altísimo nivel para comenzar una tarde/noche inolvidable. (Tito)
BOBBY RUSH
Y llegó Bobby... Entramos en el tres por cuatro, ese compás que se te cuela en las entrañas para darles un revolcón de los que hacen justicia. 90 años, está mejor que yo, el cabr..., ¡y que siga así!. A este caballero no hubo quien lo sacase del escenario: por méritos propios, por aclamación popular y porque le apeteció, se extendió en el repertorio para goce y disfrute de una plaza a rebosar.
El Señor Rush salió como sólo pueden salir al escenario las leyendas del blues, esa clase de estrella de la historia que, con sólo poner un maldito pie en las tablas..., levanta aplausos y sonrisas a partes iguales. Y el público se implica: eso lo es todo.
Pero Bobby no se resigna a ese "vivir de rentas": tiene mucha clase cantando, demuestra sus dotes de rapero y se sumerge de cabeza en un funky que rezuma blues por doquier. Ahí lo tienes, paseando por el escenario y revolviendo una armónica que no es que le acompañe, es que se funde con él para dar una auténtica master class de blues etiqueta premium.
Él solito puso las caderas del respetable en un estado que parecía inaudito a estas alturas del jolgorio. Destacamos la versión de Billy Jean donde no le hizo falta ni cantar para meterse al público en el bolsillo. Y es que, cuando el funky se siente en las venas, explota sobre una plaza de toros como si nada.
En cuanto a la formación, vino acompañado de una banda de barrio, del barrio bueno, ese barrio en el que saben lo que es la música; un barrio donde la música se respira en cada rincón y sorprendió con un setlist de blues rock de primera categoría.
Y ahí estábamos, sin darnos cuenta de que el tiempo circulaba: entre su armónica y el ritmazo de la banda, no hubo tregua para charlar con el de al lado; así debería ser siempre una fiesta de blues. Difícil listón dejaba en la noche.
Sólo los más grandes se van sin hacer ruido, calzando la americana (en la sierra refresca), en medio de una enorme ovación, del brazo de su corista (Mizz Lowe)... Soltándose, una vez más, para regresar y dar una última (y sublime) soplada de armónica que firmó, en la noche, una nueva entrada en la historia del directo de nuestras retinas. (Tito)
JOHN NÉMETH
Cuando la vida aprieta hasta casi ahogarnos y nos pone con los pies al borde de la cornisa hay dos tipos de individuos: Unos que salen de la situación reforzados y otros, en cambio, que saltan al vacio y no "vuelven" nunca más... A Németh hemos de meterlo entre los del primer grupo sin ningún género de dudas.
Un grave problema de salud, un tumor benigno con reconstrucción mandibular, estuvo a punto de arruinar la carrera de la posiblemente mejor voz y armónica de Idaho. A tal punto resultó comprometido el trance que, antes de la intervención a modo de autofinanciación, publicó el albúm: "May be the last Time" (con invitados de excepción: Elvin Bishop, Willy Jordan, Bob Welsh,...) Por suerte, se equivocó.
Nemeth está de vuelta y con más fuerza que nunca. Espectacular. Conocedor como nadie de la historia y tradición del blues, compone canciones impulsadas por el groove y la melodía. No inventa nada pero es capaz de aportar frescura y modernidad al blues retro de los años 50' y 60' de tal manera que lo populariza, lo hace más asequible, más "gustoso". Sus veinte nominaciones a los Blues Music Awards no son en vano.
Habiendo tenido el placer de disfrutarlo en más ocasiones, he de confesar que en Bejar se ganó mi incondicionalidad para toda la vida. En gran medida por la más que agradable sorpresa de ver a la guitarra al inigualable John Paul Keith (resultó una más que agradable sorpresa). El hecho de vivir ambos en Memphis y compartir banda: The Blue Dreamers (Matthew Wilson al bajo y Danny Banks a la batería) hicieron que los astros se alinearan sobre el escenario de la plaza de toros.
Lo dio todo en el que para mi gusto fue el mejor bolo de la noche. (Tito)
REYES DEL KO
En este 25 aniversario del Blues Béjar los gallegos LOS REYES DEL K.O. hacían doblete. Ya estuvieron presentes en la 1ª edición del festival y para una ocasión tan señalada volvieron para quedarse.
Adrián Costa (guitarra/voz) y su “soul brother” Marcos Coll (armónica) cerraron el festival con un show lleno de blues, funk, soul y por supuesto de muy buen rollo. Se prodigaron con discursos en la lengua de Cervantes que amenizaron la velada con anécdotas de su dilatada trayectoria.
Para la ocasión se acompañaron de dos baterías, entiendo que para darle mayor empaque al directo, a la vez que Javier Vacas (Sex Museum, Coronas etc...) se encargaba de los bajos, completando el set un segundo guitarrista de origen mejicano al que no le faltaron recursos.
A pesar de confabularse, al completo, como una banda de electric/blues/rock, los compostelanos hicieron honor a sus orígenes quedándose solos en el escenario, demostrando que ellos dos se bastan para desarrollar y transmitir todo un lenguaje musical de alta graduación bluesy.
Todo ello fue ápice para poner patas arriba la plaza de toros de Béjar dejando la rúbrica final a una edición fantástica que quedará para el recuerdo. (inthenigth)
Nos vemos en Béjar el año que viene!!