ARCADIAN CHILD

Tercera y cautivadora obra de estos chipriotas que destilan un rock psicodélico con claras influencias setenteras y toques desérticos en algunos de sus pasajes. “Snakecharm” abre con aires mediterráneos oriental, con ese hipnótico y profundo bajo de Andreas Kerveros llevándote por desiertos del norte africano, a la vez que la guitarra de Stathis Hadjicharalambous desprende notas envolventes hasta la llegada de la voz de Panagiotis para realzar ese climax en su manera de cantar; buen comienzo y buenos arreglos.

Siguen esa estela musical con “Wave high”, esta vez con unas armonías inicial de las guitarras muy cautivadoras y con ese timbre de voz de Panagiotis tan peculiar; destaca su estructura bien dispuesta, buenos cambios de ritmo y atmósfera sugerente, haciendo de este tema uno de los más destacables del disco.

Cambian ligeramente de registro con la detallista “Sour grapes”, un medio tiempo más oscuro, con un nuevo rango vocal de Panagiotis sorprendente, volviendo a destacar el profuso bajo de Kerveros y los arreglos de guitarra de Stathis; ese ritmo final con los instrumentos saturados es una vuelta de tuerca muy bien encajada.

Llegan esos aires orientales mediterráneos en el inicio de “The Wall”, otro medio tiempo que te atrapa irremediablemente, con otra interpretación vocal sorpresiva, con la batería de Constantinos Pavlides que arregla lo justo para ese ambiente de relax antes de que entren todos en otro final fuerte y consistente.

“Bitter tea” con razón fue su single de presentación, pues resume perfectamente lo que este disco y la banda proyectan, psicodelia con rock y stoner; bajo sublime, estribillo pegadizo, guitarras entre lo etéreo y lo brusco, y sobretodo todo bien engarzado.

Blues rock con pesadez destila “Bodies of men”, con ese riff contagioso y ese estribillo que te engancha a su primera escucha; todos están brillantes, con esos buenos breaks de Pavlides y esas guitarras sesenteras cargadas de fuzz, siendo otro tema muy destacable del disco.

Llega el que para mí es su tema más destacable, “Raising fire”, y es que si te gusta los Black Sabbath setenteros esto te va enganchar: riff sugestivo, estribillo hecho a medida para Ozzy, grandes arreglos en las guitarras y un tempo contenido para desarrollar toda la magia antes del gran final; gran tema.

El broche a este gran álbum es “Protopsycho”, otro buen ejercicio de rock pesado, con unos coros bien conseguidos, unas guitarras que brillan junto un bajo muy dinámico y una batería sublime, consiguiendo dejarte un grato recuerdo en su escucha.

Portada desconcertante. Producción bastante buena siendo por descarga digital. Si te gusta los Hawkwind, Black Sabbath o Uriah Heep setenteros este es un disco que disfrutarás. 

Más información: