La edición número diecisiete del evento que, año a año hermana nuestro sureño valle miñoto con el onírico bayou del Mississippi, se desarrolló los pasados 8 y 9 de octubre bajo las difíciles circunstancias en las que nos encontramos. Pero eso sí, ni el miedo, ni el barbijo y ni el distanciamiento lograron que el groove en el teatro se apagara bajo los soplidos huracanados del pestilente COVID-19.

El jueves Gisele Jackson & the Shu Shu's intentaron hacernos olvidar durante hora y media el opresivo entorno de esta "nueva normalidad". Gisele ocupó plaza en las Raelettes acompañando los shows del genio de Albany, el "Hermano Ray" Charles. También fue fiel escudera de Donna Summer y del padrino James Brown. La revista Billboard la elevó a la categoría de diva dentro del House y la Dance Music, géneros en los se viene prodigando en los últimos tiempos y en donde ha logrado sus mayores éxitos comerciales.

Gira, en estos tiempos, acompañada de los Shu Shu's: el nacional Abel Boquera a los teclados, Dave Wilkinson a la guitarra y Caspar St. Charles a la batería. Los dos últimos constituyen el crudo dúo blusero británico: King Pug. Solidez y punch efectivo en un trío muy compacto.

Clásicos del blues, funk y del soul que interpretados por esta extraordinaria voz afincada en el neoyorkino Brooklyn fueron el bálsamo eficaz para desentumecer nuestros deshabituados pabellones auditivos. La gran Koko Taylor y la mismísima Aretha le estarán siempre agradecidas por el panegírico show que la cantante les ofrece cada noche que sube a un escenario.

El viernes, la pandemia y la astronomía quisieron que hasta nuestra ciudad se acercasen un cuarteto de lujo. Conjunción astral sin par que alineó a la flor y nata masculina del elenco soul-blusero nacional en el Principal: Julián Maeso, Adrián Costa, Alberto Anaut y Juan Zelada.

Simplemente cabe calificar de sublime el resultado de la fusión del talento individual de cada uno de ellos en una puesta en común de temas propios y versiones. Supongo que será difícil que la formación se mantenga en el tiempo, por lo que los que allí permanecimos abducidos, podemos considerarnos como privilegiados. Una maravilla ver, escuchar y sentir como cuatro pedazo de músicos se divierten y disfrutan de lo que hacen.

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