Cuando por la semana recibí el whatsapp de Diego no tenía nada claro el desplazarme hasta la Salason para ver a la banda de turno. Los excesos de don Carnal y los kilómetros de rodaje propios más los que conlleva el desplazamiento no acababan de seducirme. Además, hace ya unos cuantos años que dejé el deambular con asiduidad por el proceloso sendero del Metal. Ellos eran The Poor y he de confesar que no sabía nada de ellos.
 
Si los grupos me son desconocidos suelo iniciar un proceso de investigación en la red, previo al evento, bajo el auspicio del “Tubo” y del ahora sponsor culé: Spotify. En el caso de éstos australianos fue la entrevista concedida por su vocalista Anthony “Skenie” a una web lo que me hizo agarrar la cámara fotográfica y el volante.
 
El autoproclamarse como máximos representantes del maridaje cerveza-rock ligado al sonido clásico de pub rock australiano, el considerarse más un grupo de directo que de soportes, las innumerables mega estrellas que han teloneado, el haber sido etiquetados allá por los 80’s como banda imitadora de los AC/DC, el iniciar su andadura con un batería (James Young) sobrino de los mismísimos Angus y Malcolm…

De sobra es conocido aquello de que si anda como un pato, tiene pico de pato y grazna como un pato, posiblemente sea un pato…¡Cómo no dejarse arrastrar por el poderoso influjo de los aussies!
 
Hora y media de desplazamiento para encontrarse con una sala que no llega a la media entrada, lo que por desgracia no deja de ser normal para una invernal tarde de domingo. Antes del concierto los componentes de la banda se dejan ver relacionándose sin ningún problema con los asistentes.
 
 
Comienzan puntuales y, desde el primer momento, bajo una constante que será irrenunciable a lo largo de todo el bolo: un increíble derroche energía. Rock de alto octanaje. Decibelios que te patean el culo e impide que te mantengas indiferente a lo que sucede sobre el escenario. Tocan como si la vida les fuera en ello.
 
La madurez de quienes llevan más de tres décadas de carretera y manta ahora se renueva con la juventud de un guitarrista de gruesos riffs y brillante técnica, Daniel Cox que sustituye al hasta ahora guitarra solista Julian “RV” Grynglas y que engarza a la perfección con la contundente base rítmica de Matt Whitby al bajo y de Gavin Hansen a la batería.
 
Pero es el “mineralizado y supervitaminado” frontman: “Skenie” Anthony quien capta todas la atención sobre las tablas. En un alarde de forma física envidiable contagia al público con su ir y venir a lo largo y ancho del escenario. Guitarra rítmica y poderosa voz, de las que no deja indiferente. Él mismo cuenta que, abriendo para los AC/DC, al cruzarse con Brian Johnson éste le llegó a decir: “Escucha, hijo, si alguna vez tengo gripe ¿puedes reemplazarme?” Sin descanso corretea, salta e interacciona con los otros músicos y con el respetable desgranando temas de sus primeros trabajos y presentando el disco origen de esta gira europea: High Price Deep.
 
En definitiva arrollador directo el de estos “muchachos” de las antípodas que derrochando pasión y buen hacer nos hicieron escapar durante hora y media del mundanal ruido para meternos en el harmonioso fragor del rock and roll de artillería pesada.
 
Amenazaron con volver pronto: ¡¡xa están tardando!!