Sábado 6 de abril, lleno absoluto en la Sala Capitol para asistir al futuro de la música electrificada, un lugar donde la distorsión no tiene reparos en conocer voces y sonidos que reclaman una plaza para un nuevo mundo que no pierde de vista el Rock & Roll. Hablamos de un concierto con claro sabor a continente americano: The Warning y Conquer Divide.
Primer concierto que marca el inicio del camino hacia la segunda edición de O Gozo Festival que la promotora gallega Sweet Nocturna y la mundial Live Nation organizan un año más en Santiago, a principios del mes de Julio.
Entre el “acabo de estrenar mayoría de edad” y el “veintipocos” anduvo la cosa. O, como diría mi abuela, “juventud... divino tesoro”.
La expectación que rodea a un festival de las características del O Gozo Festival seguramente influyó bastante en el hecho de que hubo, incluso, lista de espera en reventa para conseguir una entrada para este concierto. Y eso se notó, a la hora de apertura de puertas, cuando la cola daba la vuelta a la esquina para indicar la ubicación de un clásico de previas y post concierto en la ciudad: El Cum.
Sin ánimo de incendiar, hagamos un apunte a colación de “la música moderna”: creo que, al margen de dejar o no los prejuicios en casa (que es cuestión de azar, seamos claros), deberíamos pensar en esto: llega un momento en que tenemos que asumir que hay cosas que ya no están hechas ni pensadas para nosotros; y no pasa nada, absolutamente nada, si no nos gustan o no las queremos. Es una ley de civilizaciones no escrita, no estaremos aquí eternamente y todo cambia, como ha sido siempre. No es malo ni bueno, o quizás es ambas cosas, pero está claro que es ley de vida. Otra cosa es que cada uno tenga sus gustos y preferencias musicales lo cual está garantizado, en democracia.
Y digo esto sin ser un fanático de estos cambios. Así que, con algunas dudas, con ecos de temores infundados, aunque cargado, como siempre, de la inquietud artística que me caracteriza, me acerqué con ilusión a cubrir este concierto.
Pues allí estaba, ese comando de jóvenes, plagando las primeras filas, cantando todas y cada una de las canciones, alborotando con alegría (y respeto, oye) pero, sobre todo, bajando considerablemente la media habitual de edad de la sala (en conciertos de rock, claro). Aún así, hay que decir que "los de siempre" también estaban con lo que, el sábado 6 de abril, fue como un encuentro de una secuencia de generaciones que han vivido en los directos del último lustro. Hasta aquí el soneto.
Vamos al lío que saltan las teloneras al escenario. “5 girls, 1 band”: esta durísima frase es la presentación de la banda “americana” Conquer Divide. Y pongo americana entre comillas porque, aunque afincada allí, sus componentes son de países tan variados como Estados Unidos, Reino Unido, Canada e incluso Serbia. Diría la ONU pero no está el horno para bollos.
Retomo. Hagamos una radiografía de este quinteto femenino cuyo estilo principal podría definirse en la onda del metalcore. Si hay algo que destaca por encima de todo en la formación, es la constancia y el derroche de Samantha Landa en la batería; la sucesión de baquetazos es infinita, no se cansa, no deja sitio a la ausencia de percusión, aunque sabe perfectamente cómo llenar el espacio y cuándo parar de golpe las máquinas para otorgar un breve pase al suspense.
Sobre esa potente base, revolotean las guitarras de Kristen Sturgis e Isabel Johnson, con riffs que van de lo más pesado a lo más meshuguero (salvando las distancias). Situadas en los dos extremos del escenario, entre ambas, recrean un estéreo perfecto, una combinación sonora sin fisuras que se alimenta de la actitud de Kristen e Isabel: todo el concierto concentradas pero disfrutando de su propia ejecución; gustarse es importante. No obstante, para mi gusto, un tanto lejanas sonaron esas 6 cuerdas pero quizás sea ese el aire que busca la banda, dando prioridad a otros instrumentos; para gustos…, como siempre, los colores.
Ante la ausencia de Janel Duarte en el bajo, la banda tira de ingenio y la atmósfera sonora se completa con todo tipo arreglos, instrumentos programados e incluso coros. Todo ello genera un muro de sonido que descarga silencios que invitan al espectador a imaginar que la música seguirá en el próximo compás.
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Un trabajo de ingeniería muy cuidado que deja todo hecho para que la música cobre vida en las letras que ponen el dúo formado por Madison Moon y Kiarely Castillo que intercalan “gritos”, típicos del estilo, con voces melódicas más cercanas al pop actual. Tanto Madison como Kiarely recorren una y otra vez el escenario, cruzándose, intercambiándose, sonriéndose e intentando darlo todo para goce del respetable.
Media hora de reloj exacta, aunque intensa, que, lógicamente, supo a poco para conocer de cerca a un grupo que cruzó un buen charco para estar aquí.
No obstante, sigamos porque llega el plato fuerte, ya veo entrar a las de Monterrey, Nuevo León (México): ellas son las hermanas Villarreal y se hacen llamar The Warning.
Mientras el fervor se hace presente en silueta de ganas, os comento que el nombre de la banda alude a una nueva generación que, como explica su cantante, Daniela, “siempre está alerta a lo que está pasando en la vida de la gente".
Total que, con ese puntito de "ya no cabe ni un alfiler en la Capitol", la gira presentación del disco Keep Me Fed (saldrá a la venta a finales de junio) tocaba suelo en Santiago.
Sobre la puesta en escena… Sorpresa para mi persona: ¡cero artificios! Fondo negro con el logo del grupo bien clarito, en blanco, mismo esquema en la batería y tres artistas sobre las tablas. Nada más. Desmarque total de una escena americana donde prima el show: gracias. Porque, en definitiva, el show en el Rock se hace con notas, actitud, energía y contacto con el público, el resto es bisutería barata.
Veamos un poco de qué pasta está hecho este jovencísimo trío. Con 22 años, en la batería, tenemos a Paulina Villarreal. Es un auténtico espectáculo con las baquetas, un despliegue constante de técnica y estilo, que también inventa agujas de reloj para cantar, y lo hace bien (también); le queda mucho por delante.
Y cuando tienes a alguien así sentado en la batería, lo siguiente que necesitas es un bajo que tenga una presencia imponente y ahí está la menor de las hermanas, Alejandra Villarreal: con sus 18 añitos es una artista que pisa el escenario con la seguridad necesaria para marcar territorio y conquistarlo. Y ya está, ya tenemos una base sobre la que el público puede saltar y botar en su regocijo (o verlo todo por el móvil...).
El sonido está claramente orientado a que suene atroz está unión de bajo y batería. Sin embargo, sumamos el elemento que cierra todo triángulo que se precie: Daniela Villarreal, 24 años, la “mayor” de las hermanas, se encarga de voz, guitarra y ejerce de líder del grupo. Destaco su voz, ya que no pierde nunca la afinación y nos transporta a un rock que roza el pop americano más actual; un aire fresco para la fórmula de The Warning. En cualquier caso, tanto a la guitarra como en la faceta de líder, hace perfectamente su labor para completar un trío muy sólido, en auge y con clara visión de futuro.
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Lo curioso de esta gente en directo es que, The Warning, no suena como en los discos; lejos de artificios musicales, encontramos un trío cuyos elementos sonoros son claramente distinguibles, con la valentía que eso requiere; las hermanas suenan a lo que son: tres jóvenes promesas que se conocen perfectamente y que han mamado el rock desde la cuna (y otras músicas); y eso se transmite con facilidad a un público que, todo hay que decirlo, ya viene en el bolsillo desde casa.
Coros que el que está al otro lado del escenario asume como suyos, temas pegadizos y ritmos fáciles de recordar para el oído donde los riffs cabalgan, con soltura, para suerte de una sala que no pierde ojo de lo que ocurre en el escenario.
The Warning se crece con cada minuto de directo, poco a poco suenan a bloque redondo: se equilibran los volúmenes y la voz marca la energía necesaria para que bajo y guitarra se fundan con la batería y se palpe en el aire la estela de la palabra "banda". Los temas están llenos de cortes pesados que comparten espacio con pasajes melódicos, de trazo americano, que lucen otra apariencia con la presencia de una distorsión completamente medida y premeditada.
¿Poner peros a estas dos bandas? Sería tan injusto como inapropiado teniendo en cuenta la edad que tienen. Grandes cosas esperamos de unas veinteañeras que pisan con fuerza, decisión y ganas de hacer la música que quieren. No hace falta más.
Y así, tras una hora escasa sobre el escenario (algún "pero" había...), tras un “Viva Méjico” que sonó desde algún lugar de la sala, entre aplausos y risas variadas, la noche llegaba a su fin.
Buen sabor de boca el que dejó The Warning en Santiago.
Recordad que la siguiente “piedra” en el camino de O Gozo Festival será el concierto de unos "no tan jóvenes", Queens Of The Stone Age, en Coruña, el 18 de Junio.