Una de las bandas más longevas de rock,n,roll dentro de la escena galega, regresan con nuevo disco, titulado “Bohemia Banal”. Ellos son los lalinenses Vagos, que firman su quinta obra discográfica desde que se formaran en el año 1986.
Uno de esos grupos “de andar por casa”, románticos y obreros del rock,n,roll más auténtico, con los que disfrutar especialmente en las distancias cortas de bares, garitos y demás antros de dudosa reputación.
Continúan componiendo canciones asequibles e inmediatas, para cantar y recordar en el tiempo, donde imperan las construcciones tradicionales con el plus que aporta un acertado órgano de corte “mod 60s”, más un registro vocal que casa muy bien con este tipo de estilo.
Personalmente, no deja de resultarme curioso, que mientras otros conjuntos a nivel nacional y autonómico - practicando un estilo similar de rock,n,roll - consiguen más popularidad, ellos se mantienen en un circuito todavía más subterráneo. Y hablo siempre en cuanto a popularidad, no en cuanto a calidad, porque después de tantos años en la carretera y pateando garitos de aquí y allá, la profesionalidad y calidad del grupo queda más que patente. Los madrileños Burning – con quienes comparten semejanzas – se mantienen en la misión sagrada de salvar el rock,n,roll, mientras ellos indican que “no inventan la rueda, pero siguen haciendo que gire”. Que no es poco.
Un nuevo cancionero que parece grabado en directo, gracias a un sonido cálido y orgánico, en el que nos vuelven a ofrecer esas viñetas costumbristas, salpicadas siempre por un halo de nostalgia no exenta de humor. Historias cercanas sobre temas universales y con las que podemos fácilmente sentirnos identificados.
El disco se abre con uno de esos éxitos en potencia, titulado “Laberinto Azul”. Un contagioso tema que cuenta con unos fraseos de guitarra y solo de órgano, que recuerdan al fraseo de guitarra que The Byrds incluyeron en la versión que hicieron – y superaron – de un tema de Dylan, titulado “My Back Pages”. Tal vez muchos no los sepan, pero son ya muchos músicos que se inspiraron en este fraseo, para llevarlo a su terreno en sus respectivas canciones. Y siempre funciona, la verdad. Más piezas de rock,n,roll las encontramos en la “stoniana” “La Playa” o en los galopantes ritmos de batería de “Llega El Diablo”, con notas psicodélicas de fondo de órgano y guitarra y con el diablo como personaje indispensable para todo sarao que se precie.
Otras canciones se guían por ritmos country y guitarras trufadas de blues, como son el caso de la sosegada “Esta Vez – con unos arreglos de piano y guitarra muy armonizados – o los ritmos galopantes de la evocadora “Cuando No Estemos”, que cuenta también con la técnica deslizante de guitarra y que puede evocarnos la estampa de un lunes gris y aburrido en algún pueblo o aldea costera de Galicia, mientras se desata el temporal (meteorológico o emocional). A nosotros, simplemente nos queda observar y esperar a que surja algún acontecimiento, mientras nos recreamos en esta tonada con sabor a salitre. En la trotona “Menuda Noche”, escuchamos un singular instrumento, llamado harpa de boca, mientras que en el country-rock final, va un recuerdo dedicado al emblemático “Lembranza Café Bar” de O Courel, al que algunos “cuervos y hienas” contribuyeron a su cierre, para decepción de todos esos que se preocupan por sus vidas y no se entrometen en las ajenas.
Pero si me permiten, hay un tema que para mí sobresale por encima del resto y que transmite muy bien el espíritu de lo que significa esta banda. Una canción – me repito – de esas para cantar y ser recordadas en el tiempo. Simple, directa y que a mí me recuerda a dos canciones que en su día firmó el madrileño grupo Le Punk, en diferentes discos (“Vivir Sin Recordar” y “La Canción Del Soldado”). Hablamos de esa canción para resignados o felices perdedores, titulada “Más Solo Que Ayer”. Un buen ejemplo de letra triste y música alegre, otra vez con la nostalgia como sentimiento predominante, pero en el que tampoco descartan el humor en medio del drama.
Los Vagos, un conjunto que conviene reivindicar para todos esos que todavía creemos en los bares como centros de socialización y dinamización artística y cultural. Y me lo creo.
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