Lleno absoluto en el Auriense para ver y disfrutar de este bluesman texano, una mezcla de Steve Ray Vaughan y Jimi Hendrix con pizcas de Clapton.
 
Mientras aun las luces del pequeño local brillan, el músico atraviesa entre el público mientras se pone su característico sombrero y emerge sobre el escenario donde ya se encuentran sus compañeros a la batería y bajo.
 
Es recibido con júbilo por los asistentes, y comienza su show con una corta “One gear” que sube el ambiente. Debe ser un tema de calentamiento porque empata con la siguiente “I’m want you need” y “Kitchen full of problems”, muy guarra esta última y donde percibimos que el volumen es atronador, y por momentos molesto, demasiada reverb a mi parecer. “Walk witcha baby” es rápida y disfrutable, muy texano y bailable.
 
Aquí tengo que señalar que la voz del artista no está entre lo mejor de él, aunque intenta por momentos entonar como en “Rain” o “I´m lost”, durante casi todo su repertorio esto va ser un hándicap. Lo que resulta todo un acierto es su compenetración con el público, saludando a las primeras filas, haciendo señas de todo OK o chocando los puños. También provoca que este coree los estribillos y repitiéndolos con la banda para mayor disfrute de todos. Con “Bad day” y “Carvinator” se metió a todo el público en el bolsillo con esos riffs de guitarra y groove contagioso de ambos temas, lástima la voz, y haciendo nuevamente virguerías con la guitarra, ya sea a una sola mano o posando la misma sobre los hombros.
 
Demuestra su mejor faceta en los blues lentos con punteos llenos de sentimiento como en el caso de “Midnight seduction”, que hace que baje entre el público para que lo rodeen y disfruten de su técnica de vibrato de cerca y con un final de infarto. También hay momentos para la improvisación, ya sea del batería o del bajista, versionando trozos de canciones conocidas como “Boom,boom” que la empató con una rítmica “Blues is my life” muy Vaughan.
 
Con “Party Hardy” volvemos echar de menos su entonación vocal, Jimmy Barnatán es difícil de reemplazar. Podríamos distinguir la mano claptionana en “Why I sing the blues” en esos licks tan característicos del ‘mano lenta’.  Para el final se dejó unas cuantas  versiones de clásicos, ya sea blues o rock como “Roadhouse blues” o “Purple haze” que hicieron entusiasmar a los allí congregados, dejando un gran sabor de boca.
 
Resumiendo, una buena velada de blues y actitud de un bluesman muy curtido en los escenarios. Lástima el estado de su voz y el mal sonido que por momentos salía de su Twin Reverb, demasiado alta, le sobró reverb en mi opinión.
 
So long Mr. Jones!!!.