Aún con la resaca en mente de lo que supuso el primer concierto de esta 13ª edición del OUTONO CÓDAX FESTIVAL en la sala Riquela, justamente el día anterior, a cargo de Sunny War, nos vestimos con nuestras mejores galas para gozar de este segundo asalto que nos sigue derivando a las diversas ramificaciones que engloban la música negra, en términos generales, y a la primera mitad del siglo XX, para ser exactos. En esta ocasión el protagonista sería el estadounidense Pokey Lafarge aderezado, previamente, por el cóctel galaico Momboi.

Una borrasca atravesaba la capital de la comunidad, pero un rayo de sol se colaba en la sala Capitol precediendo a la banda encargada de abrir esta segunda jornada festival; se trata de los gallegos MOMBOI. Un grupo que pendonea entre los diferentes palos latinos y cuya fusión con el pop rock se aleja, en principio, de la arteria principal del certamen, pero cuyo resultado nos dejó más que satisfechos. Aunque los estilos que embriagan a Momboi nacen al otro lado del charco, sus letras están cantadas en nuestro idioma comunal, el gallego. Una apuesta valiente que debe ponerse en valor.

Esta banda de Noia se compone por un set de bajo, batería y teclado siendo Brais Sánchez el resorte de la formación a nivel compositivo. Además de alzarse como "el delegado" para sacarle músculo a los temas en directo, con una voz mística a la vez que sugerente y con un sonido, en las seis cuerdas, impoluto y sin modular, tipo telecaster. Después de sacar al mercado su EP “Ofrenda” en 2019, para la ocasión, nos presentaban su último trabajo titulado “Vacacións en Ornanda” que engrosó, mayoritariamente, el grueso de su setlist.

Abrieron con un tema alegre funk-latin que nos hacía presagiar una noche de bailes y contoneos, aunque también nos ofrendaron con canciones folk-rock fronterizas que nos invocan, ineludiblemente, a la banda americana Calexico. Cruzaron la orilla con alguna cumbia y nos despojaron, de complejos, con una bachata “made in galiza”. Para la ocasión, se acompañaron de un bongosero que da la “sabrosura” perfecta a todo su repertorio siendo una pieza indispensable en el directo, creando así, el sello de su sonido.

En este viaje, no faltó una tonada con onda mariachi que va de la mano con su porte trajeado de un blanco floreado el cual se mueve entre lo trágico y lo cómico irremediablemente. También hubo espacio para alguna tonada espiritual de tradición galaica, con pandereta en mano y segundas voces arropando a Brais, siendo el bajista el que coge el testigo vocal en alguno de los temas de forma notable. Una apuesta honesta y valiente que seguramente tendrá una buena respuesta en festivales, salas etc.

Y por fin se hizo plausible una de las citas más esperadas de este Outono Códax Festival... Andrew Heissler ‘aka’ POKEY LAFARGE pisó, como si de un ciclón se tratase, las tablas de la Sala Capitol. Intratable, desde el primer instante, y con un look “old school”, Pokey dejó claro que es una de las figuras actuales de referencia del R&R de los años 50’s donde se aúnan estilos como el blues, jazz, swing y country para converger en un explosivo cóctel molotov que eclosiona y nos libera, como el Bálsamo de Fierabrás, de todo mal habido y por haber.

Nueve son los trabajos que avalan a este soberbio y carismático artista que se acompaña, para la cita, de un set clásico y básico de guitarra, batería, contrabajo y teclado procediendo a su vez con su cometido en la guitarra rítmica y solventando de forma encomiable las labores vocales. Nos presentaba su último trabajo, editado en 2021, con el epígrafe “In the Blossom of Their Shade”, que lo sitúan definitivamente en el centro del tablero a nivel mundial en el estilo que prodiga.

Nos da la bienvenida con “Fine To Mine”, que nos rememora las espléndidas cadencias de los reyes de la carretera, la Creendence Clearwater Revival. Cambiamos el volante por los lomos de un caballo y nos embiste con “Get It’Fore It’s Gone” cuya secuencia de acordes nos recuerda, por momentos, al tema de Dylan donde las respuestas están en el viento. Le sigue “Rotterdam”, un swing a medio tiempo que nos obliga a mover caderas, para continuar calentando las turbinas con “To Love or Be Alone”, cargado de esencias de calipso y mambo, que nos traslada a una playa caribeña en la que, el ron añejo, hace de las suyas; todas ellas de su valorado último trabajo.

Cambia de registro y nos sitúa en la New Orleans de los 50’s con “Wanna Be Your Man”, un Cool Jazz en la que se cuela una trompetilla que solea, contestando a los coros, y que es liquidada por su guitarra que se bifurca, en estas dos labores, a lo largo del show. Cruza la acera y nos sumerge en el Western Swing con “The Devil Ain’t Lazy”, una versión del que es considerado el padre del estilo Bob Wills. Siguiendo la misma estela, nos regaló otra de las joyas de su relicario, titulada “La La Blues”. Con “Lucky Sometimes” nos toca el tuétano mostrándose como un auténtico crooner, ¡Es todo un Jukebox este joven de Illinois!

En el ecuador del espectáculo, da entrada a su pareja Addie Hamilton que, con un look cincuentero, versión más pija de “Grease”, pone la nota de color con bailes, encarando, con una adolescente voz, el tema “It’s Not Over” a la vez que Erik Miron hacía sonar esa trompeta de bolsillo que resucita a un muerto, marca de la casa, y al mismo tiempo que quemaba púa y rompía su muñeca en las seis cuerdas. Sigue dando misa y nos sacude con una oración rockanrolera titulada “Bluebird” que sobresale por poseer esos coros cercanos al duduá.

Se despidió, a su manera, de Barcelona con “Goodbye Barcelona”, un tema fronterizo que nos fascinó. Sigue blindado con coros duduá en Killing Time”, de los que se encargan tres de sus cuatro escuderos en directo: el citado Erick Miron, Hank Mehren que hace gemir al teclado simulando diferentes sonidos clásicos de dicho instrumento y Kevin Carducci cuyas líneas al contrabajo son originales y hace que la banda realice su viaje en primera clase. El póker se completa con Andrew Guterman a la batería que dota a la banda de un óptimo groove. Una formación sólida que le da a Pokey el empaque necesario para convertir sus directos en una experiencia única.

Continúa predicando y nos hechiza con un Gypsy Swing titulado “What the Rain Will Bring”, de su disco homónimo, donde reaparece Addie, sin aportar demasiado, para completar la escena. Le sigue la pegadiza “End Of My Rope” donde Erick se hace fuerte con el slide. En la misma línea lanza su penúltimo dardo y da en el centro de la diana con “Something In The Water” que conecta con el clásico instrumental del jazzBack At The Chicken Shack” de Jimmy Smith, finalizando así un magnífico concierto de Rock&Roll.

La algarabía se apodera de la sala Capitol y muy excitados solo podemos pedir más y más. Aliviados, el artista se hace eco y nos deja caer el Western Swing titulado “Central Time” poniendo la guinda al pastel con el torpedo “Don’t Let It Go”, tema que puede homenajear, sin costuras, a todos esos pioneros que han hecho de Lafarge un buen artista: Chuck Berry, Elvis Presley, Jerry Lee o el pequeño Richard, entre otros; qué grandes. Se retiran todos los músicos y, Lafarge, se queda solo ante el peligro ganándose el foco por derecho, y ya, con la sala a sus pies, se despide con la lacrimosa “Goodnight, Goodbye”, calmando a la jauría. Una despedida que sólo un gran artista como Lafarge puede permitirse.

Una noche con chispa que nos mostró todos los vértices de este poliédrico artista que bebe de lo vintage pero que sabe reinventarse, sin ser una mera fotocopia, para mantener el listón del R&R en lo más alto.

Un placer poder disfrutar de estos conciertos y con anhelo esperamos el siguiente evento de este magnífico festival que, sin lugar a dudas, nos deparará gratas y seductoras sorpresas.

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